miércoles, 14 de octubre de 2009

Desahogo

“La vida en el mejor de los casos es un pestañazo entre dos eternidades”, decía por ahí Og Mandino, y la verdad es que en momentos como éste, puede ser así, mas cuando la muerte merodea el lugar, cuando la “vieja de la guadaña” se acerca y se siente ese aire frio de su respiración en el aire, es en esos momentos cuando quieres detener el tiempo, parar el mundo, volver atrás, recuerdas todos los buenos tiempos, las buenas anécdotas, las buenas experiencias y las malas también, porque no.
Hoy… cuando me siento en aquellas palabras que muchas veces balbucee para dar alientos y fuerzas me doy cuenta que la fragilidad de la humanidad radica en la sensibilidad del dolor de los seres más cercanos, esos seres con los que de a poco te fuiste formando, aquellas personas que fueron parte de los buenos y malos ratos, aquellos que con un fuerte abrazo te hicieron sentir que todo fue una broma de mal gusto del destino, aquellos que supieron ser cómplices, aquellas personas que simplemente supieron acompañarte con su silencio.
Es hoy, cuando me pongo del otro lado y siento una gran impotencia al no poder detener un suceso que se viene de a poco, es hoy cuando mis manos no son los suficientemente capaces de detener esa agua que se escurre por mis dedos… esa vida, es hoy cuando no puedo fingir que todo está bien, es hoy cuando quiero imaginar a dos angelitos sin madre y no me entra la idea en la cabeza.
Y es que el olvidar tantas tristezas, tantas desilusiones, tantos silencios y espacios estacionados en esta espera y pasar por alto que mañana será otro día y que tal vez amanezca sin memoria, pasar por alto que tengo que despertar de nuevo y que tengo que tratar de reacomodarme a esta situación, a este presente, genera una necesidad de una amnesia que reclama un rincón en mi mente agitada, insostenida, es en esos momentos que existe un contraste de sentimientos, como me duele eso de estar triste y fingir que todo está controlado, como me duele eso de reír cuando realmente quisiera llorar, como me castiga el tiempo con su desenfrenada carrera de volver las cosas lentas
Estoy aquí desde el otro lado y se me hace difícil despertar, abrir la ventana, sentir el aire calando mis huesos mientras el sol me sonríe y ese cielo azul que desdibuja las lagañas de mis ojos; sonreír y sentir que la vida apenas comienza y que los silencios se encerraron en aquel baúl de recuerdos absurdos y terminar de despertar para volver a caer en esta realidad.
No nos inventamos los recuerdos, porque ellos simplemente están ahí, talvez solo convenimos el orden para este rompecabezas imposible de sentimientos, rostros y figuras que los queremos reales, de días llenos de instantes empañados de olores, sonidos y más sentimientos, de tiempos que creemos posibles y todo se enreda con los estados de ánimo, con las caras de los que pretenden estar fuera de esta parodia.
Y es que no somos más que una compleja maraña de pensamientos, y un temeroso suicidario que a veces nos reclama la ausencia de sueños, el camino cierra la puerta a un misterio que se niega a morir estando en las entrañas de una historia pasajera, recordándonos la soledad a la que nos sometemos, punzando los sentidos para recordar cómo es la realidad que a veces se torna fría e insípida...
La oscuridad me ha abarcado por completo, se escuchan aun ruidos, risas/llantos, bostezos, músicas pasadas de tiempo, recuerdos, muchos recuerdos...Las horas no se acaban, los minutos no se acaban, los segundos se manifiestan pero no se avientan, la nada se avecina, la muerte se siente, todas las figuras se transforman en recuerdos que los ojos piensan, o más bien lloran.
Es difícil transcribir lágrimas, así de difícil como es pintar el olor de los fracasos o el sabor de un amanecer o el sentimiento de la tierra mojada, así de difícil se me torna el definir los sentimientos que me invaden... Alguien me decía que aquellos que jamás han entendido no deben opinar, sin embargo, aquellos que si lo hicieron no deberían hacerlo, porque estas son experiencias que se deben vivir para crecer, para entender el proceso de la vida, pero que duro es ser humano, que duro es entender este proceso simple de la vida, que duro es despojarse de los sentimentalismos para caer en una postura netamente racional cuando los sentimientos te duelen en el corazón.
Y es que es difícil expresar lo que uno siente cuando hay tantas cosas entremezcladas...porque donde hay tanto, a veces no hay nada…no se puede sacar nada. Es difícil llorar cuando no se deben tener lágrimas, ni un sitio para el llanto dentro de esta soledad, es muy difícil escribir. Hoy no quiero encontrar mis zapatos para salir a caminar, me toca disfrutar de la desnudez del piso frío y del silencio.
Y me pongo a pensar que sería si los recuerdos quedaran plasmados en los ojos de las personas… nuestras miradas siempre estarían perdidas en el horizonte. Por eso de vez en cuando es agradable desvanecerse y recordar instantes, personas, momentos o situaciones que alegran y simplifican nuestra vida, sin embargo que difícil es decir adiós… si adiós… porque esta memoria muchas veces olvida a las personas con el paso implacable del tiempo y nos juega una mala pasada, no quiero ser un desmemoriado, porque realmente estos días me duelen, porque no quiero decir adiós a esa persona que de a poco se nos va.
Hoy quisiera embriagarme con el aroma de un buen café, disfrutar del poder alucinógeno de un buen ron o simplemente decidirme a matar los zancudos en la pared de mi cuarto o dejar que esta noche me despierte con un beso al amanecer…No hacer nada, nada de nada, simplemente…nada.
Ayunar.... y sentado aquí, dándole la espalda a la puerta de mi cuarto… esperar… y morirme de una vez yo también. Necesito un fósforo y una vela… cerrar la puerta…apagar la luz… y llorar a solas.