“Esta es mi vida, cazar ideas
soñar despierto y casi siempre hablar dormido
y de vez en cuando,
cuando estoy de suerte,
hablar contigo”
Edel Juarez
A pesar de todo surgió un evento, surgió una esperanza que iluminó el día…
Entre el silencio atormentado y el paso inexorable de las horas sobrevivir al día… de a poco el día se fue consumiendo y encontré entre los mensajes recibidos un último mensaje que me llamó la atención: “adiós Vlady”… y sentí un frío en el pecho…recordé que la palabra adiós puede ser muy fuerte, hace mucho que no había puesto atención a esta palabra tan pequeña, pero tan fuerte…
Vino de golpe el recuerdo del día del aeropuerto cuando recibíamos a los tíos que llegaban de Bogotá, entre abrazos efusivos y grandes muestras de alegría por la tan grata visita, también habían largos abrazos de despedidas, adioses desgarradores de personas que habían decidido emprender viaje y que estaban listas a “cruzar el charco”.
Recuerdo que ese era un vuelo a Madrid, con tanto boliviano que parte a esas tierras es algo así como un destino común para muchos compatriotas, sin embargo no puedo sacarme de la cabeza el cuadro de un niño de ocho años aproximadamente, que estoicamente aguantó la despedida, abrazó a su madre, le dio palabras de aliento: “no te preocupes mamita, yo estaré muy bien”, prometió portarse bien y hacer caso a la abuela, además bromeaba con el hecho de que su mamá estaba yendo a traer su regalo de navidad, todo ello se fundió en un largo abrazo acompañado de un llanto inconsolable de la madre, mientras el niño se mantenía firme; pero una vez que la madre cruzó la puerta de preembarque, el niño se derrumbó cual castillo de arena golpeada por una gran ola de mar, la carita serena cambio radicalmente, los ojos se llenaron de lágrimas, las piernitas flaquearon y ya no pudieron sostenerlo… verlo ahí arrodillado con las manos en la cara y las lágrimas de a poco inundando las manos, sentir ese llanto amargo de cuando uno pierde a alguien que es su vida, sentir que ese llanto y esa tristeza de a poco inundaba el ambiente… muchos no pudieron evitar derramar un par de lágrimas… fué una de esas despedidas de un hasta pronto de varios años y muchas veces de un adiós para siempre, que sin duda lo marca a uno para toda la vida.
Es no saber si es bueno usar la dichosa palabra por no invocar su poder, es no pensar en todo lo que implica un adiós, es el instante en que das vuelta la página y sabes que aunque vuelvas atrás ya nada será igual, que no estará esa persona o ya nunca más nada será lo mismo. Es definir un alto y cambiar de dirección, es asumirse en la idea que ya nunca más será lo mismo. Cuantas veces tocó asumir una despedida aferrado a la malla olímpica del viejo aeropuerto o en el andén de alguna terminal de buses, cuantas veces asumimos despedidas que fueron sin retorno… porque el adiós es tan cercano a la muerte y porqué es que uno tiene asumirse vivo cuando usa esta palabra… difícil… pero ahí está ella, tan pequeña y tan fuerte… tan determinante…
El tiempo pasa y los adioses se sienten como heridas frescas, nadie es capaz de dejar partir o dejar ir a algo o alguien que uno quiere de verdad, es una sensación de dolor/ardor que muchas veces hace que salgan recuerdos de lo mas recóndito del baúl de los recuerdos de este viaje llamado vida… y hablando de vida… cuanto ya pasó?... y cuanto aun queda por vivir?, realmente es un punto determinante pararse frente a este tipo de situaciones y definir cómo actuar, es ver el vaso medio vacío o verlo casi lleno dependiendo del estado de ánimo, es lloverse y secarse, armarse/desarmarse de acuerdo a como se vienen los días, las horas, los minutos y hasta los temibles segundos.
Muchas graficas surgen en mi mente de episodios pasados bien vividos/sobrevividos… alguna vez definí borrar todo y ser un adiós completo… difícil tarea dejar familia, amigos, conocidos y ahora más difícil dejar un hijo atrás… otra vez trate de ser encuentro y entendí que no todo funciona como uno quiere, que las gentes no siempre están dispuestas a encontrarse porque en los desencuentros también surgen nuevos encuentros… vida compleja… no querer queriendo estar.
De pronto volver a donde estaba… volver a estacionarme en la pantalla después de tanta perorata… volver al cuadro del chat y escribir: “hola, como vas”
Y de repente ver emerger la respuesta: “todo bien y tu como vas”
Respirar profundamente… respirar aliviado… sabiendo que aún estas allí…
15 noviembre 2013