Solo hay dos maneras de vivir la vida. Una de ellas es como si nada fuera un milagro; la otra es como si todo fuera un milagro”......Albert Einstein
En una hora habré dado una vuelta más al sol, una
cena con mi compañera de vida me recuerda que se acerca el día que más amo del
año, mi día, el día que marca mi llegada al mundo, el día que me encontré con
dos jóvenes asustados que se habían animado a ser padres de una wawa que les cambiaría la vida.
Son cuarenta y más, pero sin duda, hay años
opacos y hay años brillosos, no todos los años son iguales, desde hace mucho me
había resistido a escribir, porque sentía que la vida se me había vuelto plana,
sin embargo, haciendo una revisión de lo caminado encuentro muchas vivencias simpáticas,
muchos aprendizajes, nuevos lugares y nuevas personas.
Sin duda, debo de estar agradecido con la
vida, sigo vivo y eso ya es mucho, la pandemia nos mostró lo frágil de la vida
y lo relativo de ella misma. Muchos ya no están y se los veía jóvenes y
saludables, muchos otros pasaron porque quizás ya cumplieron su misión en la
vida.
Este 2021, sin embargo, llego con fuerza y es
esa fuerza la que me anima a volver al teclado, me anima a invitar a mis
compañeras de vida, las palabras, a regalarme unos minutos para reflexionar
antes que inicie la nueva vuelta al sol.
Fue un año de autoaprendizaje, un año de
soltar y un año de aprender a amar lo más simple, que muchas veces está en la
cotidianidad de un buen día, de un te amo, de un abrazo o quizás simplemente detrás
de una sonrisa.
Fue, el año de creer que más allá de los
reconocimientos y los logros, está el disfrutar del estar vivo y de poder
abrazar a las personas que quiero y que no dudan en hacerme saber que me
quieren, fue el año de regalarme instantes, regalarme aprendizajes y regalarme
momentos, también fue el año de regalarme amigos y nuevos retos.
Aprendí que la felicidad puede estar tras una
taza de un café bien preparado, así como detrás de la charla que se sucede a
esa tacita de café. Volví a disfrutar de los viajes, ahora con mi compañera y
copiloto. Sigo aprendiendo a ser papá, a distancia las cosas se me complican a
veces, pero el poder abrazar y escuchar a mis wawas me dan la energía para
darle luz a mis días.
El poder disfrutar de mis papis, mis hermanos
y familia ampliada sigue siendo mi bendición y por ende siguen sumando las alegrías
lo vivido en el año que se va.
Los días tristes también estuvieron presentes,
sin duda, no pueden estar ausentes, pero siempre quise sacarle lo mejor, aunque
a veces mi humanidad me lleva ser tan simple y tan predecible, también hubieron
de esos días, de esos desencuentros, de esos días que uno quiere mandar todo al
diablo, de esos días que uno se siente tan chiquito que siente que el peso del
mundo lo aplasta a uno.
En fin, hubo de todo y la suma sigue saliendo
en positivo y eso me alegra y eso me suma, para seguir soñando en futuros
posibles, en sueños posibles.
El gran Pepe Mujica decía que uno debe vivir
la vida al máximo ya que "el único bien que no se compra es el bien
superior... la vida" y es cierto, no hay forma de ir a comprar al
supermercado “unos años más” de vida con una tarjeta de crédito o “un millón de
dólares de buena salud”,, por lo que habrá que regalarse más momentos que
llenen el corazón antes que el bolsillo.
Por ello, espero de corazón que el destino conspire
a mi favor, que la vida me regale el sol abrazador de cada mañana, la noche
estrellada de las noches límpidas en las que si tienes suerte llegas a toparte
con una estrella fugaz, muchas sonrisas de esas sonrisas francas, de esas
sonrisas que no le deben nada a nadie que muchas veces te llevan a las lágrimas,
a esas lagrimas de alegría o al dolor de estómago, pero de felicidad; muchos
abrazos de esos que unen partes, de esos que comunican sin palabras y besos,
muchos besos de amor y de amistad; lágrimas de alegría, fortaleza para los días
grises, solidaridad para siempre ser coherente con lo que pregonamos y amor del
puro, del que no pide nada a cambio, del que simplemente se siente y se da sin
calcular réditos.
Que las elecciones siempre sean buenas, que la
sensibilidad se abra y florezca en este año que pronto empieza. No olvidar
nunca que lo que hace únicos a los seres humanos es la capacidad de no perder
la esperanza y la capacidad de seguir soñando y creyendo en esta vida, para ser
cada día mejores personas.
Por ello esta noche sin duda alguna, colgaré
esta carta a una estrella del cielo para pedirle que me recuerde todo lo que
está aquí escrito, cada vez que sienta el peso del mundo en mis espaldas.
El tiempo pasa y aún hay muchos cafés
pendientes para esperar la hora en la que tenga que partir; hasta entonces sin
duda hay gente muy cercana y querida que querrá contar las horas y los minutos
para esperar la llegada de mi día, la vida no deja de sorprenderme…
Salud y rebeldía, porque la vida siga
regalando momentos….