Esta semana me apareció una frase de Galeano que versaba así: “...Que vengan más encuentros chispeantes a lo largo y ancho de este mundo. Basta con que haya una vela y dos para conversar....” y es que aunque a veces la razón es la que manda, es el corazón quien pide ser escuchado, es el mismo que pide ser sacado de esa caja y pide ser expuesto, pide ser amado, pide encuentros chispeantes por todo lado, será por eso que en esos momentos a uno le vale el mundo, le vale los tiempos, le vale la nada, le vale el que dirán, será que por eso uno anda sin rodeos en cuestiones del amor, aunque a veces es mas el ir con amor en cuestiones del destino.
Y como es a la par de los sueños que se buscan las opciones, es a la par de las nubes que se busca el viento, es a la par del atardecer que se busca la noche y de ahí la madrugada hasta llegar al día. Es que de soñar uno llega a la realidad, uno se remite a la dura realidad, a los “peros”, a los pretextos o más bien a lo racional, a lo realmente posible, a lo sensato a lo formal, a lo ideal.
Tengo en frente un verde mar, unos ojos que me quedo viendo, llevo más de treinta años esperando crecer y no he visto hasta ahora mi primera obra maestra. A veces solo imagino escuchar algo que quiero oír, algo que mi alma quiere re-conocer de los humanos, algo que mi mente quiere oler de las fragancias de los campos vírgenes y algo que haga que mis sentidos exploten.
Un buen día imaginé la posibilidad de imaginar lo inimaginable, mover fronteras, cambiar destinos, redibujar el espacio, repensar el futuro y desde entonces en las noches apenas logro dormir apretando las orejas entre el colchón y la almohada, y es que se ha vuelto imprescindible soñar posibilidades, mas aun con todos esos gatos del vecindario que se mueven en mis techos y rasguñan las ventanas, en busca de quien preste atención a su gatunas vidas o quizá esperando que alguien acaricie sus sienes noctámbulas ávidas de ternura.
Les he dicho que no, que posar estas yemas sobre un cráneo redondo me trae muy buenos recuerdos que prefiero conservar entre tanto la memoria se encargue de hacerlos menos tangibles con el paso de los días. Lo que ellos no saben es que mi recuerdo es también música: una mezcla "inteligente" de una buena charla, velas, trova, baladas y el infaltable tinto, no el café, vino tinto del bueno y del trucho, ambos fieles compañeros de tantas noches de trasnoche.
Y ahí aparece ese mar, ese verde, también me aparece esa distancia, me meto a la mar y me quedo de pie, quieto, las olas me mecen con gracia y no hago nada más que dejarme mecer… es tan placentero que me falta tiempo, ya lo sé, a veces me falta valor, lo sé. Espero hace meses que me agarre o que me deje ir, mientras tanto, me como las uñas y lloro neurótico un tema entero de Sabina: …y que todas las noches sean noches de luna y todas las lunas sean lunas de miel...
Y vuelve la vida mundana, salto de mi cama, me meto en una ajena, me rio, me paso de copas, me pongo loco, como algo, apago la tele, me vuelvo a vestir, espero un llamado, cargo el celular, hago un jugo, voy al trabajo, soy padre, hermano, hijo, amigo. Tengo miedos, dudas, certezas, angustias y un billete falso que me recuerda que no todo es bueno en este mundo; vuelvo, y vuelvo a salir.
La ceremonia de las despedidas es la bala perdida que viene por mí, la nostalgia que amarga la huida, la banda sonora de lo que viví tantas veces y hasta ahora no aprendo, sigo exponiendo el corazón, porque queriendo quiero estar. Y a lo lejos se escucha la canción de los buenos borrachos que, de madrugada, vuelven al hogar, la canción que atropella los tachos llenos de basura de la calle. No es la canción que se canta al oído de una compañera, definitivamente no es la canción que quieres oír. Yo no sabría cómo describirla, además, no es esa mi intención. Aunque para ser medianamente sinceros, no sé si este casi texto tenga intención o es simplemente cuestión de impulsos, sin aparente motivo razonable, o solo un aliciente, un suspiro largo y con letras o algo parecido, sin parecer.
Y no sé qué hacer con esto, con la tristeza liviana, si ponérmela todos los días, sacarla a pasear, o esconderla en un bolsillito de mi jean nuevo y sacarla a escondidas de rato en rato, cuando nadie mire, para disfrutármela solo o simplemente para recordar que otros destinos son posibles. Quizás no haga nada de lo anterior y se me ocurra algo más brillante, cuando ya publique este suspiro, que al parecer esta largo y mal hecho, descoordinado e incompleto, pero ya ven, a veces, los suspiros son así.
Sin embargo a veces es bueno despertar, abrir la ventana y sentir el aire calando los huesos mientras el sol nos brinda una sonrisa y el azul del cielo desdibuja las lagañas de los ojos; sonreír y sentir que la vida apenas comienza y que los silencios se encerraron en aquel baúl de recuerdos absurdos junto al ropero donde quedan escondidas las miradas negras y los harapos derretidos. Y de esta manera el viaje apenas comienza, buen viento, buena mar!!! y el cafecito??? Espero que la mesa albergue algún lugar vacio para mí, para empezar el día.
Porque siempre hay un momento, un instante, una lágrima bailando en el fondo del pecho, un anhelo diluido, un recuerdo. Siempre. Aunque solo sea en medio de mi risa, al borde de otro beso, en la cima de la noche, siempre llega, suavecito, taciturno, prevenido; mi vacío de ese alguien. Quizás por eso es que mi noche solo es un invento inexacto un diástole sin sístole un sueño sin dormir.
Puede que sea torpe..... que no sea el hombre más encantador sobre la tierra que sea alcohólico, fumador, enredador, que sea descuidado con todo, que me pierda siempre de mi camino y que no me bañe el domingo, que no me guste ser cuestionado, que sea tímido cuando no es el mejor momento, o que me encante el respeto por sobre cualquier cosa, que quiera que el amor ya no esté de moda en mi imaginario y que sea un ser humano, que sea muy inseguro, puedo no ser el mejor hombre del mundo pero como siempre... ellas son las que toman la última palabra y tú serás la responsable de todo.
Nunca he estado más cerca del abismo, nunca, pensando que ya estuvo bien para mí, en otro tiempo aprendí a reírme solo, a llorar despacio, y a cumplir con severas y mundanas razones. Nunca preferí lo cierto y tampoco lo abstracto. Hay un solo lugar donde quepo, una cruda sensación, un amanecer.
Al final 2812 kilómetros o algo así, no parecen ser muchos kilómetros, prepararé la vela, espero poder encenderla y escucharte.
Diciembre 2009
3 comentarios:
Siempre es tan lindo leerte Vlady... =)
besoss
Es la primera vez que te leo pero 2812 kilómetros no son muchos??? muy lindo lo que escribes felicidades.
Es cierto parece mucho, lo bueno es que se inventaron aviones y eso se hace en como 4 horas que mas o menos es lo que toma Cochabamba-Bogotá ;)
Publicar un comentario