martes, 9 de septiembre de 2008

Trasnoche Nº1

Ahí les regalo unas cuantas palabras ordenadas que pretenden ser una carta

Te escribo antes esta carta;

hoy cuando amanece,

después de un largo insomnio vago

entre papeles y libros que no son míos

Desde un pequeño cuarto donde suelo pasar algunas noches de este viaje

que aun no se completa

Lunas,

De los versos que quiero crear

Quedan aquellos prolongados silencios de mi respiración,

Que tiende (ó péndula) a inspirarse con las bocanadas de viento en un valle boliviano

Ya he buscado la rima fantástica entre la piedra y el camino,

En esta soledad (porque no es cualquier otra)

Y en el caminante del otro lado de la orilla,

En su canción desesperada

Y en el viento,

Las hojas y la caída

Que a cada instante de su gravedad presiente la eternidad

En este día te confieso

Siento pesada la distancia

Y mi espalda esta desnuda mientras las maletas duermen en un rincón

Hoy una dolencia me recorre desde mi rostro niño escondido… miedoso…

Entre una maleza barba,

Ahora tan larga como mis últimos recuerdos

Pero esta vez quisiera contarte de los atardeceres

De los crepúsculos que habitan en cada nube

De las Hojas, de las piedras,

De cada partícula de polvo llena de mundos

Quisiera hablarte de los amaneceres

Quisiera hablarte de lo sospechoso del tiempo

De sus cómplices y de la muerte

Del horizonte y el atardecer

Y de las palabras

Que viajan entre los pliegues de estas páginas,

Y hablarte del que espera

Y de los que conspiran a mi lado

Y hablarte de lo que callo

Hablarte del templo y la partida

De las fronteras y los países

Y de todos los lugares que esta vez no nombro

Y del resto de mi vida que he dejado

De las piedras y las cantinas

Y de la insolente tarde que me despierta de un absurdo

Y me pregunta si ya me he ido,

Y de ese cuento que no termine de deletrearte en la caída de las lunas,

Y de esta copia que para mi era única

y de donde te abandoné

en donde las gigantes avenidas nos apresan y no encuentras con quien sonreír

entre semáforos y peatones,

y batallones de hormigas adictas al azúcar refinada,

y hablarte de anoche,

de la conversación con las horas

y la guerra con los mosquitos

y de hoy

de este agotamiento

dejar para otro día el final de este poema

hoy

tan solo

quiero

escucharte

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